Miércoles, 15 de diciembre de 2010
Año IV. Nº 1.15
Coinciden los numerosísimos horóscopos que pululan por internet, en que las personas de signo sagitario somos honestos, sinceros, simpáticos, algo irresponsables, descuidados e inquietos.
Personalmente no creo en esas pamplinas, pero sí acepto que la pintora y grabadora marbellera María Antonia Sánchez, también sagitario, sea “imaginativa y con alta capacidad de inventar”, virtudes que igualmente nos atribuyen. Y es que hay que ser muy imaginativa para transformar los días de la semana, semejantes y plomizos, en una serie de siete obras, más dos tituladas “Ayer” y “Mañana”, que descartan prejuicios rutinarios en pos de lecturas positivas y rebosantes de optimismo.
Resulta significativo que haya utilizado una técnica de estampación denominada monotipo, que produce una sola copia irrepetible, como si insistiera en la idea de romper tópicos grises y cotidianos, incluso arrumbar rellanos de felicidad efímera como el conocido “por fin es viernes”, y nos animara a mirar cada día con nuevos ojos y mentalidad diferente. Para ello inunda el papel con colores llamativos y vibrantes; formas regulares e irregulares que se cortan con limpieza o se integran con suaves candencias. La veladura, recurso técnico habitual del óleo, se incorpora al festival cromático con efectividad, y asume la delicada misión de concordar fondos y facilitar la transición de primeros a segundos planos. Ni rastro de cualquier figuración tradicional o siluetas reconocibles, salvo alguna letra, enigmática y solitaria, o la marca de unos labios, castos y desvaídos, posible recuerdo de un beso robado al olvido.
Ya en su época, la crítica consideraba la obra de Henry Matisse como un “paraíso médico”, por su temática de pastorales y pequeños placeres populares. María Antonia Sánchez no necesita pintar arcadias ni escenas bucólicas para contagiarnos su alegría de vivir: sólo precisa un planteamiento emocional, que consiste en potenciar la sensualidad del color, a modo de elixir milagroso que cura malos augurios y ahuyenta espíritus agoreros. ¿Una empresa descabellada?, tal vez, pero como dijo Gabriel Syme, aquel hombre que fue Jueves en la novela de Gilbert K. Chesterton: “la aventura podrá ser loca, pero el aventurero debe ser cuerdo”.
Gracias Maru, por regalarnos un poco de ilusión.
José Manuel Sanjuán
Historiador y crítico de arte
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